En estos momentos en que Japón se nos revela como un gran fracaso de esta civilización tecnocrática y consumista, traemos este pequeño texto del agricultor Masanobu Fukuoka, aquel sabio ignorado que fue capaz de señalar un camino posible hacia una mayor comprensión de nuestro lugar en el universo.
Sin embargo su método agrícola fue desdeñado en un Japón deslumbrado por los espejos coloridos de occidente.
Fukuoka caminaba a contramano en una sociedad apurada en tomar una ruta que vamos viendo a donde conduce.
Qué admiramos cuando miramos a Japón?.
Latinoamérica está a tiempo de ser el motor de una nueva sociedad, de un cambio de época. Todavía hay lugar para plantearse dar vuelta esta taba.
LA HUMANIDAD NO CONOCE LA NATURALEZA
Últimamente he estado pensando en que debe
alcanzarse un punto en que científicos,
políticos, artistas, filósofos, hombres de
religión y todos aquellos que trabajan en los
campos deberían reunirse aquí, contemplar
estos campos y discutir juntos lo que ven. Yo
creo que esto es lo que debería ocurrir si la
gente viese más allá de sus especialidades.
Los científicos creen que pueden entender la
naturaleza. Esta es la posición que toman.
Porque están convencidos de que pueden
entender la naturaleza, están destinados a
investigarla y a hacerla utilizable. Pero yo creo
que el entendimiento de la naturaleza escapa a
la inteligencia humana.
A menudo digo a la gente joven de las cabañas
de la montaña que vienen aquí a ayudar y a
aprender agricultura natural, que cualquiera
puede ver los árboles de la montaña. Ellos
pueden ver el verdor de las hojas y el de las
plantas de arroz. Creen que saben lo que es el
verde. En contacto con la naturaleza día y
noche, llegan a veces a pensar que la conocen.
Pero cuando piensan que están empezando a
entender la naturaleza, pueden estar seguros de
que están en el camino equivocado.
¿Por qué es imposible conocer la naturaleza?.
Lo que se concibe como naturaleza es
solamente la idea de la naturaleza surgiendo de
la mente de cada uno de nosotros. Aquellos que
ven la verdadera naturaleza son los niños. La
ven sin pensar directa y claramente. Incluso
cuando se conocen los nombres de las plantas
no se ve la naturaleza en su forma verdadera.
Un objeto visto aisladamente de la totalidad no
es una cosa real.
Cuando especialistas en varias materias se
reúnen y observan un tallo de arroz, el
especialista en fitopatología sólo ve los daños
causados por los insectos, y el especialista en
nutrición vegetal solamente ve el vigor de la
planta. Esto es inevitable tal y como están las
cosas ahora.
Como ejemplo, le dije al profesor del centro de
investigaciones de Kochi cuando estaba
investigando la relación entre las cicadelas de
arroz y las arañas en mis campos: “Profesor, ya
que está investigando sobre las arañas,
solamente está interesado en uno de los muchos
depredadores naturales de las cicadelas.
Este año aparecieron arañas en grandes
cantidades pero el año pasado fueron sapos.
Antes de esto fueron las ranas las que
predominaron. Hay innumerables variaciones”.
Es imposible para la investigación
especializada comprender la función de un sólo
depredador en un cierto momento dentro de la
complejidad de las relaciones entre los insectos.
Hay estaciones en las que la población de las
cicadelas es baja porque hay muchas arañas.
Hay veces que llueve mucho y las ranas
ocasionan la desaparición de las arañas, o veces
en que llueve muy poco y no aparecen ni
cicadelas ni ranas.
Los métodos de control de insectos que ignoran
las relaciones entre los mismos insectos son
verdaderamente inútiles. La investigación entre
arañas y cicadelas debe también considerar la
relación entre ranas y arañas. Cuando las cosas
han alcanzado este punto hará falta un experto
en ranas. También tendrán que unirse al grupo
de expertos en arañas y cicadelas otro en arroz,
y otro experto en utilización de agua.
Más aún, hay cuatro o cinco clases diferentes
de arañas en estos campos. Recuerdo algunos
años cuando alguien vino corriendo a casa
temprano por la mañana para preguntarme si
había cubierto mis campos con una red de seda
o algo parecido. No podía imaginarme de lo
que estaba hablando, así que apresuradamente
salí de casa a ver lo que pasaba.
Habíamos acabado de cosechar el arroz y,
durante la noche, el rastrojo y las hierbas bajas
habían sido completamente cubiertos con telas
de araña como si fuese con seda. Ondeando y
centelleando bajo la neblina matinal,
constituían una magnífica visión.
Lo maravilloso de esto es que cuando ocurre,
solamente una vez cada muchos años, dura
nada más que un día o dos. Si observas
atentamente, ves que hay varias arañas en cada
pulgada cuadrada. Hay tantas en el campo que
casi no hay espacio entre ellas. ¡En 10 áreas
cuántos miles, cuántos millones deben haber!
Cuando vas a ver el campo dos o tres días más
tarde, se observa que filamentos de telarañas de
varias yardas de longitud se han roto y están
ondeando en el viento con cinco o seis arañas
adheridas a cada uno de ellos.
Es como cuando las semillas vellosas del diente
de león son transportadas por el viento. Las
jóvenes arañas se adhieren a los filamentos y
son enviadas navegando hacia el cielo.
El espectáculo es un asombroso drama natural.
Viendo esto entiendes que los poetas y artistas
tendrán que unirse al grupo.
Cuando se esparcen productos químicos sobre
el campo todo esto se destruye en un instante.
Yo una vez pensé que no había nada malo en
esparcir ceniza de madera en los campos. El
resultado fue consternante. Dos o tres días más
tarde el campo estaba completamente
desprovisto de arañas. Las cenizas habían
causado la desintegración de los filamentos de
las telarañas. ¿Cuántos miles de arañas
perecieron víctimas de un simple puñado de
esta aparentemente inocua ceniza?
Aplicar un insecticida no es simplemente
cuestión de eliminar a las cicadelas junto con
sus depredadores naturales. También se afecta a
otros muchos dramas esenciales de la
naturaleza.
El fenómeno de éstos grandes enjambres de
arañas, que aparecen en los campos de arroz
durante el otoño y que como artistas escapistas
desaparecen en una noche, no se comprende
todavía. Nadie sabe de dónde vienen, cómo
sobreviven el invierno, o a dónde van cuando
desaparecen.
Así que la utilización de productos químicos no
es únicamente una cuestión que deban resolver
los entomólogos. Filósofos, religiosos, artistas
poetas deben también ayudar a decidir si es
permisible o no el uso de productos químicos
en la agricultura y cuáles pueden ser las
consecuencias incluso de la utilización de
abonos orgánicos.
Nosotros cosechamos cerca de 5.800 Kg. de
arroz y 5.800 Kg. de cereal de invierno por
hectárea en estos campos. Si la cosecha alcanza
los 7.800 Kg./ha como ocurre algunas veces,
puede que no sea posible encontrar una cosecha
mejor en todo el país. Dado que la tecnología
avanzada no ha tenido nada que ver con el
cultivo de este grano esto se presenta como una
contradicción ante las presunciones de la
ciencia moderna.
Cualquiera que viniera y viese estos campos y
aceptase su testimonio, sentiría profundas
dudas sobre la pregunta de si los hombres
conocen o no a la naturaleza, y de si la
naturaleza puede o no ser conocida dentro de
los confines del entendimiento humano.
La ironía es que la ciencia ha servido solamente
para mostrar cuán pequeño es el conocimiento
humano.
Masanobu Fukuoka
Extraído de su libro “La revolución de una brizna de paja”
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Lamento tanto que estemos tan lejos de la sabiduría de estos hombres verdaderos
ResponderEliminar