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viernes, 15 de julio de 2011

EL SOL EN LA SAL

SAL ANDINA

La sal que cura

Cuando terminaba el segundo milenio, un grupo de jóvenes científicos e investigadores alemanes llegó a una conclusión: había que desarrollar una nueva rama del conocimiento para abordar la comprensión de fenómenos sin respuesta en los ámbitos estancos de la biología, la química y la física. Por ello decidieron crear una disciplina integradora que llamaron biofísica y que desde entonces ha ido ganando adeptos en todo el mundo.

Precisamente los primeros trabajos de estos investigadores se centralizaron en la distinción entre sustancias vivas y muertas, abordando una serie de preguntas sin solución desde el punto de vista fisicoquímico convencional.
¿Porqué el agua del río sagrado de los hindúes (el Ganges), pese a su alta carga de contaminantes puede curar, mientras que la transparente y purificada agua de canilla de ciudades europeas puede enfermar? ¿Por qué los terneros morían luego de pocos días de estar alimentados con leche que sólo era pasteurizada tras ser ordeñada de su vaca madre? ¿Por qué las semillas de trigo expuestas al microondas perdían luego la capacidad de germinar en el suelo? ¿Por qué morían los gatos de un estudio británico, correctamente nutridos con alimentos previamente pasados por microondas? ¿Cuál es la diferencia en un organismo evaluado minutos antes y después de la muerte, sin cambios materiales apreciables?
Todas las respuestas apuntan a una cuestión central: el aspecto energético. El poder organizador de la energía fue el tema central de los biofísicos alemanes. Se generaron interesantes trabajos sobre el aspecto energético del agua (http://www.agua-viva.info/es), que desarrollaremos en otra monografía. Las implicancias del concepto biofísico son de extraordinaria importancia en el campo de la nutrición y por ello lo abordaremos en profundidad en un informe específico. Aquí nos concentraremos sólo en los aspectos relacionados con la sal y la salud, aprovechando la visión integradora que genera esta nueva rama de la ciencia.
Sabemos que la vida sobre la tierra se generó a partir del plasma marino, combinación básica de agua y sal que, a millones de años de distancia, sigue siendo la base de los fluidos internos de vegetales, animales y humanos. En ese “caldo original” se originó la síntesis de aminoácidos que dio lugar a la vida que conocemos. El plasma sanguíneo de los mamíferos mantiene y necesita ese equilibrio original para sostener las funciones vitales. A imagen del planeta, somos 70% agua (pero no cualquier agua) y 1% sal (pero no cualquier sal). Y aquí encontramos una clave. Normalmente se define a estos elementos como H2O (agua) o ClNa (cloruro de sodio); pero es una definición reductiva, que no toma en cuenta la innegable importancia de la geometría energética.
En la visión biofísica se habla de patrones de frecuencia electromagnética altamente ordenados. Cada elemento tiene su campo de vibración electromagnética. La sal presente en el plasma marino posee 84 elementos constitutivos alojados en su estructura cristalina; por tanto, incorpora los campos electromagnéticos inherentes a cada uno de ellos. En contraposición, la sal refinada de mesa ha sido artificialmente reducida a dos elementos: cloro y sodio. Por tanto, electromagnéticamente se ve también reducida a la desequilibrada presencia de esos únicos dos patrones vibratorios. No olvidemos además los daños que generan los procesos industriales usados en distintos lugares del mundo para la refinación y la producción: recordemos aquello de las elevadísimas temperaturas utilizadas (670ºC) y la alta tensión del sistema de intercambio de iones (3000 voltios y 120 amperes).
También sabemos que la sal es responsable de generar conductividad eléctrica en el agua, algo que aprendimos en la escuela secundaria. Sin sal no hay conductividad y sin conductividad adecuada no puede haber funciones normales en el organismo. El pensamiento o la comunicación hormonal, son funciones que se basan en la transmisión de iones (átomos cargados eléctricamente) entre células. No es difícil intuir que sucede en el organismo cuando hay carencia de sal con un patrón de frecuencia ordenado. Pero atención, no confundir el habitual exceso de sal refinada con la también extendida carencia de sal de buena calidad.
Otro aspecto importante de la red cristalina de la sal marina, es su capacidad intrínseca de almacenar la energía del sol (energía fotónica). Los quantos de luz se almacenan en la red cristalina de la sal, pasando luego al estado líquido cuando las moléculas de sal se recombinan con moléculas de agua. Recordemos que el termino sajón “sole” (salmuera), proviene justamente del latín “sol”. Por ello, cuando los biofísicos hablan de la solución obtenida por mezcla de agua con cristales de sal de roca, hablan de “sol líquido”.
Cuando se disuelven cristales de sal de roca en agua, los iones de la sal se hidrolizan. En este proceso, las estructuras geométricas de la sal y del agua dan lugar a la formación de una nueva estructura de tercera dimensión. La estructura cristalina de la solución salina es tan profunda, que conserva su patrón vibratorio intacto durante 24 horas en nuestro organismo. Esta frecuencia es medible y coincide con el patrón vibratorio del planeta (resonancia Schuman), del cual todos los seres vivos somos dependientes para mantenernos en equilibrio funcional. Cuando perdemos este patrón energético, las células, en lugar de trabajar en resonancia, comienzan a funcionar en disonancia. Esto, que en música sería “falta de afinación”, según la biofísica, explica el origen de las más de 40.000 enfermedades clasificadas por la medicina moderna.
Nuestras células solo pueden absorber los minerales orgánicamente disponibles, a través de mecanismos iónicos y coloidales. Todo elemento mineral que no tenga esta capacidad bioeléctrica para transponer las compuertas de las membranas celulares, no solo será inútil para nuestro cuerpo, sino que además provocará una pesada carga para generar su eliminación como sustancia tóxica. Este discurso es válido para todos los elementos que ingresan al organismo y la sal es uno de ellos. Solo la sal natural e íntegra, con un patrón vibratorio ordenado, tiene la capacidad de penetrar en las membranas celulares, mientras que la sal refinada no puede lograr ese cometido. Lo mismo ocurre, por ejemplo, con el hierro: una molécula presente en un vegetal se asimila fácilmente, mientras que una limadura metálica resulta tóxica para el organismo. Aunque burdo, este ejemplo sirve para explicar la escasa utilidad de los suplementos minerales y vitamínicos producidos sintéticamente en laboratorios.
El empleo de microscopios electrónicos de alta potencia, permite visualizar en imágenes todo lo que expresamos en palabras sobre las diferentes sales. A continuación reproducimos fotografías de distintos cristales de sal, publicadas en el libro “Agua & Sal” de lo doctores alemanes Barbara Hendel (médica) y Peter Ferreira (biofísico). Para dar una idea de lo reciente de estos conocimientos, digamos que dicho volumen fue editado en Alemania en 2001 y traducido al inglés recién en 2003.


Cristales de sal refinada








 Cristales de sal marina








Cristales de sal andina






 Los cristales de sal andina muestran una estructura cristalina equilibrada, bien ramificada, sin sombras o bordes ásperos. El cristal no se aísla de los elementos minerales constitutivos, sino que se conecta con ellos en estado armonioso. Esto indica un contenido de energía, en forma de minerales, equilibrado y fácilmente metabolizable. Este cristal, pleno de vida, tendrá un efecto vitalizante en el cuerpo y el resultado será ampliamente positivo, con una ganancia neta de energía y esfuerzo nulo en el proceso de asimilación.
Los cristales de sal marina de simple evaporación son irregulares, con estructuras cristalinas aisladas y desconectadas de los elementos naturales que los rodean. Debido a esto, los minerales presentes exigirán del organismo un gran expendio de energía para vitalizarlos y metabolizarlos. El balance de dicha ingesta será ligeramente positivo, dada la pérdida de energía requerida para su asimilación.
Finalmente los cristales de sal de mesa refinada se muestran artificiales, aislados entre sí y muertos. No hay estructura cristalina vital y faltan los minerales complementarios. El organismo debe expender grandes cantidades de energía para neutralizar su reactividad, sea por medio del aporte de reservas minerales orgánicas, como de agua intracelular. El balance de su ingesta será ampliamente negativo, pues hay drenaje de reservas y energía, no hay aportes y además hay aumento de toxicidad corporal.
Esta analogía podemos extenderla sencillamente a nuestras fuentes habituales de azúcares, ya que se aprecia una escala de valores análoga entre miel de abejas, azúcar integral de caña y azúcar refinada.
• La miel de abejas aporta una gran riqueza constitutiva (enzimas vitales, vitaminas, minerales y azúcares de calidad) y no exige esfuerzo metabólico alguno para su asimilación. El balance resulta ampliamente positivo.
• El azúcar mascabo aporta elementos importantes (sobre todo minerales), pero exige cierto esfuerzo energético para el proceso de metabolización, ya que el organismo debe poner en juego enzimas y vitaminas propias. El balance de su ingesta resulta entonces ligeramente positivo.
• Por su parte, el azúcar blanco refinado no aporta nada interesante al organismo; solo calorías vacías. En cambio exige un gran esfuerzo energético para neutralizar su toxicidad y poder combustionar su poder calórico. Por tanto el balance de su consumo resultará ampliamente negativo.
La visión biofísica nos permite entender cuan importante resulta aportar energía y vitalidad al organismo a través del alimento diario, en lugar de mermar dicho caudal. El aporte positivo de energía significará salud y equilibrio vital, mientras que la sustracción periódica acabará generando desorden y enfermedad.

LA SAL DE LA VIDA


ALTERNATIVAS A LA SAL REFINADA
Tras haber abordado la cuestión energética y las disparidades entre cristales naturales y refinados, conviene detenernos en las diferencias que existen entre las distintas opciones naturales de sal. Vimos que en la antigüedad, una de ellas estaba reservada a la nobleza (sal de roca) y otra a la plebe (sal de mar). Ahora veremos los motivos de esta discriminación, quedando la duda si ello se hacía por cuestiones esotéricas o intuitivas.
Ambas tipos de sal provienen del plasma marino, y se originan como consecuencia de la evaporación del agua. La sal marina natural se produce generalmente en zonas costeras, a través de una antigua técnica de evaporación en cuencas comunicadas por canales. En este caso, es evidente que el estado de contaminación del mar repercutirá en la contaminación de la sal así obtenida. Antiguamente esto no era un problema. En cambio, hoy día todos los mares y sobre todos aquellos de los litorales habitados, están recibiendo la descarga de desechos cloacales e industriales. A esto se agrega el efecto provocado por la navegación y sus continuos e inevitables accidentes. La contaminación no solo se visualiza en términos de metales pesados e hidrocarburos, sino en la consiguiente incorporación de los patrones vibratorios disonantes, propios de estos desechos.
Otra fuente de sal marina son las minas a cielo abierto, donde simplemente se recogen antiguas evaporaciones que han quedado ahora circunscriptas a territorios mediterráneos. En el caso de nuestro país, podemos citar los salares de La Pampa, San Luis o Córdoba. En estos casos es habitual el procedimiento de “limpieza” o “lavado”, consistente en extraer “impurezas”, que no son otra cosa que preciosos oligoelementos (minerales traza) claves para nuestra salud. El mayor o menor grado de esta inútil intervención humana, que quita microminerales claves para la salud, determina la mayor o menor calidad del producto final. Obviamente, cuanto más blanco y corredizo, más refinado y empobrecido. Aquí no nos referimos a la refinación industrial para obtener cloruro de sodio puro, sino simplemente al lavado que se realiza para “mejorar” la presentación del producto, o bien para cumplir con los grados de pureza que exige la ley a través del Código Alimentario.







Mina de Sal
En el caso de la sal andina, estamos hablando de residuos de evaporaciones ocurridas hace 250 millones de años, que luego de capturar la energía fotónica del sol, han sido sometidos a inmensas presiones de antiquísimos plegamientos. Estas transformaciones biotectónicas, han impreso un particular patrón energético en su estructura cristalina y la han preservado de contaminaciones. La sal de cristal de roca o sal gema se encuentra en brillantes venas blanquecinas o rosáceas, lo cual obliga a un proceso extractivo artesanal.
Técnicamente, el cristal de sal de roca (o gema, según la legislación nacional) recibe el nombre de halita y su disponibilidad está limitada a ciertas regiones del planeta. Por ejemplo, existen vetas en el Himalaya, sobre las cuales recientemente se han realizado importantes estudios y análisis que revalorizaron su potencial y generaron la reactivación de su explotación manual. En nuestro continente tenemos depósitos de estos preciados cristales a lo largo de los plegamientos andinos. Sin embargo, el desconocimiento y la prohibición para consumo humano, hacen que sólo las poblaciones locales hagan uso de este recurso y, más que para el uso humano, ¡¡¡para complementar la dieta de sus animales de pastoreo!!! Pero estas cosas no suceden solo por presunta “ignorancia campesina”. Es interesante notar que el Código Alimentario Argentino permite para consumo humano solamente aquellos cristales transparentes y de gran pureza (99,5 % de cloruro de sodio). En cambio “la sal gema impura, blancuzca o grisácea… podrá expenderse para la alimentación de animales únicamente” (ver artículo 1271 del apéndice, al final del libro).
Con el devenir de la revolución industrial, las minas de cristal de roca fueron cayendo en el abandono, no pudiendo competir a nivel de volúmenes y costos de extracción y transporte, con el sencillo sistema de los salares a cielo abierto. También por esta causa fue perdiendo importancia económica la producción de sal por evaporación, en los litorales marinos. Finalmente la abundante y económica oferta de sal industrial refinada, terminó por generar un cono de sombra sobre ambas fuentes de sal natural.
Más allá de la pureza, garantizada por la presencia de los cristales enteros, la diferencia fundamental entre la sal marina y la sal andina tiene que ver con el aspecto energético. Sería como comparar un guijarro de arroyo y un diamante. Los elementos del guijarro son de composición grosera, pues no han estado sometidos a grandes presiones durante millones de años. En cambio los cristales de roca muestran una composición más refinada, por efecto de estas antiquísimas compresiones tectónicas. Y es esta sutil energía, también llamada por los biofísicos “patrón energético altamente ordenado”, la que se libera al disolver los cristales en agua. Por este sencillo proceso, más conocido como hacer salmuera y que veremos luego en detalle, también estamos disolviendo los quantos de luz (los biofotones más puros) fijados en la red cristalina. De ese modo obtenemos una sopa primaria, similar a la que originó la vida en la tierra, similar al líquido amniótico del vientre materno y similar también a nuestro plasma sanguíneo.

Sal de roca
La forma más práctica y eficiente de consumir sal andina, es a través de su disolución en agua, con lo cual se logra lo que técnicamente se llama solución salina y que vulgarmente se conoce como salmuera. De ese modo, los componentes minerales y energéticos contenidos intactos en los cristales, se difunden en el medio acuoso, que hace las veces de eficiente vehículo.
Normalmente se consiguen los cristales de sal ó la salmuera preparada. Para preparar salmuera en casa, basta colocar los cristales de sal andina en un frasco de vidrio con agua limpia, removiendo luego. Al cabo de 24 horas estaremos en presencia de una solución saturada. Este límite es infranqueable y representa una garantía de concentración, sin necesidad de controlar pesos y medidas. De todos modos, para ayudar a dimensionar el recipiente a utilizar, digamos que 500 gramos de cristales de sal generan aproximadamente dos litros de salmuera o solución saturada.
Por último, existen alternativas desarrolladas con el fin de ennoblecer el tenor mineral de este condimento básico; nos referimos a la sal andina enriquecida. Como hemos visto, la aditivación mineral se convierte en un factor tóxico cuando se realiza a partir de compuestos refinados o de síntesis química. Esto lo sabían los orientales, que desarrollaron un excelente suplemento mineralizante: el furikake. Se trata de un artesanal preparado japonés, resultado de combinar hojas escaldadas y pulverizadas (mora, escarola, zanahoria, nabo, etc). Dichas hojas poseen una característica en común: la alta cantidad y calidad de los minerales orgánicos contenidos, fácilmente asimilables por el organismo. En el caso de la sal andina enriquecida, se agregan también pulverizados de hojas condimentarias (salvia, orégano, apio, perejil, espinaca y romero) y algas (kelp y espirulina), lo cual aporta gran dosis de sabores y principios activos, nutricionales y terapéuticos. Al combinar la sal andina con este pulverizado de hojas y algas, el resultado es un exquisito aderezo saborizante y mineralizante, ideal para usar en la preparación de rehogados, nitukes, estofados, guisos, caldos, ensaladas, etc.
Extraído del libro “La Sal Saludable”

lunes, 27 de junio de 2011

PUREZA QUE ENFERMA

Sal refinada 
Veneno cotidiano
Hay que hacer un cierto esfuerzo para comprender porqué algo tan saludable como la sal, se ha convertido en nuestro tóxico diario. Como siempre, no hay un motivo único, sino una sumatoria de factores. Por ello conviene analizar el tema desde distintos ángulos: químico, físico, productivo, cultural, etc. Pero veremos que todos confluyen finalmente en el bendito interés económico, que -irónicamente- muestra poco interés por la salud. ¿Será que en la economía de los negocios, una persona sana no es “rentable”?


Analizaremos el problema de la sal desde dos aspectos complementarios: el plano material y el plano energético. Podemos comenzar advirtiendo que el centro de la cuestión está en la refinación industrial. Analizada desde el punto de vista químico, la diferencia entre una sal marina integral y la moderna sal de mesa de uso corriente, resulta abismal. La simple evaporación del agua de mar, deja como consecuencia un residuo sólido, al cual llamamos sal. Este residuo está compuesto por los 84 elementos estables de la tabla periódica, aquella que estudiábamos en el colegio secundario. Por supuesto que el cloro y el sodio son los principales elementos cuantitativos, representando casi el 90% de su composición. Pero la importancia cualitativa de ese 10% restante es verdaderamente extraordinaria.
Dado que toda la vida del planeta surgió del lecho marino, es obvio que hay una semejanza intrínseca y funcional con aquella “sopa madre”. Todas las formas de vida (plantas, animales, humanos), llevamos incorporada dicha solución en nuestros fluidos internos (savia, líquidos intracelulares, plasma sanguíneo). De esto eran conscientes nuestros antepasados, gracias a su intuitiva visión holística; pero nuestro reduccionista modernismo industrial se encargó de echar por tierra esta perspectiva. Concretamente en la sal, se comenzó por pensar en términos de “suciedad”: había que lavarla y purificarla para presentarla como un producto “limpio e higiénico”. Este concepto funcionó -y lo más triste es que aún funciona a nivel masivo- también con otros alimentos básicos y sujetos a procesamiento industrial: harina, arroz, azúcar, aceite, etc.
El problema de la refinación
Pero hay otras razones de “peso”, por las cuales la industria ha desarrollado complejos y costosos procedimientos de limpieza y purificación de la sal. Y es precisamente porque se fue descubriendo el gran valor industrial del componente básico de la sal (el cloruro de sodio ó cloruro sódico) en el desarrollo de los productos de síntesis química. Una vez liberado de “impurezas” (y por tanto del equilibrio iónico que le confieren los restantes 82 elementos), el cloruro de sodio es un reactivo perfecto y económico. Por esta razón se perfeccionó la técnica de refinación y limpieza, a fin de conseguir la máxima pureza en la producción de cloruro sódico. Esta sustancia se convirtió en un elemento imprescindible de la industria química, sobre todo para la producción de plásticos, aceites minerales, desmoldantes, etc. También la industria alimentaria la incorporó en su batería de aditivos preservantes, como inhibidor de procesos de descomposición: un ejemplo es el yogurt, que contiene cloruro de sodio, no como saborizante sino como conservante.


La Dra. Sherry Rogers aporta otra pista sobre el porqué de la refinación de la sal, en su libro “La cura se encuentra en la cocina”: “La sal de mesa común que ha invadido el mercado de Estados Unidos en los últimos 50 años, parece ser un subproducto de la manufactura de armas. Las grandes compañías (como la Morton Thiokol, fabricante de combustibles para cohetes) refinan sal para extraer ciertos minerales que luego utilizan en sus producciones bélicas y espaciales. En el proceso de refinación industrial, la sal de mesa pasa por temperaturas de 670ºC, lo cual altera definitivamente su natural estructura cristalina”.
Por estas razones se refina exhaustiva y prolijamente la sal en el mundo moderno. Una sola cifra nos permite comprender mejor esta realidad: el 93% de la sal que se refina en el planeta está destinada a fines industriales no alimentarios, un 4% es utilizado por la industria alimentaria como conservante; apenas el minoritario 3% restante se destina al uso como sal de mesa. Traducido en términos más sencillos, “de paso” la mesa “liga” los “beneficios” de la excelente “pureza” de la refinación industrial y nuestras amas de casa se “benefician” al disponer de un producto “inmaculado” y que no se apelmaza.
También existe otra importante fuente de cloruro de sodio, que si bien no proviene de la refinación, es consecuencia de un desecho industrial y por tanto arrastra la nocividad de la manipulación tecnológica, sobre todo a nivel energético. Nos referimos a las fábricas de pastas para papel o “pasteras”, tan en boga últimamente por la cuestión ambiental. El cloruro de sodio es uno de los desechos emergentes del proceso de producción de la pasta celulósica, base de la industria papelera. Como rezan las advertencias de las películas, “cualquier relación entre esta actividad y marcas de sal, es solo pura coincidencia”.

Siguiendo con la refinación de la sal, digamos que en 1971 el gobierno japonés decretó que toda la sal para consumo humano se debía elaborar por el dudoso proceso de intercambio de iones, que usa 3.000 voltios y 120 amperes de electricidad para extraer los iones de cloruro de sodio del agua de mar. Un físico atómico, Katsuhiko Tani, contrario a esta decisión oficial, comenzó a realizar estudios al respecto, creando la Asociación de Investigación de la Sal.
En una de sus primeras experiencias, Tani trabajó con almejas vivas sumergidas en distintas concentraciones de sal naturalmente obtenida por evaporación de agua de mar. Luego imitó estas concentraciones con la sal para consumo humano y con la sal de potasio (cloruro potásico), un sustituto artificial para hipertensos. El resultado: las almejas sumergidas en las soluciones con sal natural reaccionaron abriendo sus caparazones, mientras aquellas sumergidas en las soluciones con sal obtenida por intercambio de iones o con sal de potasio, permanecieron cerradas, reaccionando como si estuvieran en un ambiente hostil.
Los párrafos anteriores tienen que ver con una trágica realidad que a casi nadie preocupa: el cloruro de sodio, como compuesto químicamente puro, no existe en la naturaleza. Algo análogo ocurre con la sacarosa (azúcar blanco). Biológicamente el organismo no reconoce estas sustancias refinadas y de extrema pureza; es más, las considera tóxicas por su reactividad. Irónicamente, por la misma razón que la industria aprecia al cloruro sódico (capacidad reactiva), el organismo lo rechaza.
Para comprender mejor esta “fobia” corporal hacia los compuestos químicamente puros, podemos usar dos ejemplos burdos pero ilustrativos: la caña de azúcar y la hoja de coca. Estudios hechos en Sudáfrica sobre muestras de orina de dos mil trabajadores de plantaciones de caña de azúcar, no hallaron trazas de glucosa, pese a que en promedio mascaban 2 kg diarios de caña, o sea que ingerían unos 350g de azúcar por día. La explicación es sencilla: mientras la caña mascada es un alimento natural, completo y fácilmente metabolizable, el azúcar refinado es un producto extraño y nocivo para el organismo. Otras investigaciones realizadas en África e India muestran que la diabetes es desconocida en pueblos que no incluyen carbohidratos refinados en su dieta.
Respecto a la coca, es simple observar en los pueblos andinos que el cotidiano consumo de la hoja mascada (benéfica para el apunamiento) no genera los efectos devastadores del extracto refinado, conocido como cocaína. Siempre estamos hablando de productos vegetales, pero de por medio está presente el proceso de refinación y purificación.
El problema de la aditivación
Volviendo a la sal refinada de mesa, no todo termina en el “desguace” de sus restantes 82 elementos constitutivos. Luego “sufre” la aditivación de otros compuestos refinados. El caso del yodo y el fluor, ambos minerales tóxicos y reactivos en las formas antinaturales que se adicionan industrialmente. ¿En que argumentos se basa este procedimiento, obligatorio por ley?: resolver problemas tiroideos (yodo) y proteger la salud dental (fluor). Pero nadie toma en cuenta que el cuerpo no puede metabolizar la suplementación artificial de yoduros y fluoruros. Muchos científicos están advirtiendo que estos compuestos son los principales responsables de la formación de nitratos en el estómago; y se sabe que los nitratos son las sustancias cancerígenas más agresivas, y responsables de tumores selectivos en muchos órganos. También son responsables de reacciones alérgicas y otros problemas de salud. Recientes estudios demuestran que la adición de yoduros a la sal de mesa puede causar hipertiroidismo, tiroiditis autoinmune y disminución de fertilidad. Por su parte el fluor, aún en concentraciones bajas, está relacionado con problemas neurológicos y endocrinos, afectando el sistema nervioso y provocando déficit de atención (DDA) en niños y adultos.
A este trágico panorama, se suma la aditivación de otros preservantes, por supuesto que todos legalmente autorizados e incluso sin obligación de ser declarados en las etiquetas. Además de yoduro de potasio, la industria de la sal adiciona dextrosa, un tipo de azúcar que sirve para evitar la oxidación del yodo (¡¡¡o sea que la sal tiene azúcar!!!). Luego le agregan bicarbonato sódico, para que la sal no tome un tinte púrpura tras la adición del yoduro de potasio y la dextrosa. Para evitar el apelmazamiento se adiciona hidróxido de aluminio. Es bien conocida la relación aluminio-Alzheimer y el papel que juega este metal liviano en las disfunciones neuronales, bloqueando los procesos del pensamiento. ¡¡¡Como si no tuviésemos bastante con el uso de utensilios de aluminio en la cocina, latas de aluminio para las bebidas o papeles de aluminio para envolver alimentos!!!
Otros aditivos que encontramos en la sal de mesa son: el carbonato cálcico, que no es otra cosa que un pulverizado de huesos animales, el aluminato de silicio sódico, el ferrocianuro de sodio, el citrato verde de amoníaco férrico, el prusiato amarillo sódico y el carbonato de magnesio.
El problema del sodio
A través de la sal refinada, ingresa diariamente al organismo gran cantidad de sodio, un mineral que si bien es necesario en la química corporal, hoy en día se ha convertido en un problema a causa de su excesivo consumo, sobre todo en formas inorgánicas. El sodio contribuye al mantenimiento del equilibrio ácido-base y del balance hídrico y electrolítico del organismo, siendo necesario para la correcta transmisión del impulso nervioso y para la excitabilidad normal de los músculos. La forma ideal de su consumo es a través de los alimentos frescos, que lo contienen en modo biológicamente asimilable. Pero el enorme consumo de sodio (representa el 40% de la sal común) proviene de productos industriales y a su vez está relacionado con deficiencias del electrolito sinérgico: el potasio. El desorden sodio/potasio se ha convertido en una de las grandes causas de los modernos problemas de salud.
Normalmente se piensa -y así lo sugieren los especialistas- que con evitar la sal se resuelve el problema del exceso de sodio. Sin embargo, el consumidor moderno se ve expuesto a la inadvertida presencia de variadas y a veces nefastas formas de sodio en los alimentos industrializados de uso corriente, la mayoría de las cuales no están indicadas en las etiquetas de los productos que las contienen. Un ejemplo es el pan común, que suele aportar 1,3% de sal, o sea unos 500mg de sodio por cada 100g de un producto que se consume en grandes cantidades. Si tenemos en cuenta que la OMS recomienda que las personas adultas no superen los 6 gramos de sal al día (2,4 gramos de sodio), vemos que solo 500g diarios de pan bastan para superar dicho valor.
El cloruro de sodio refinado es ampliamente utilizado por la industria alimentaria, que además de la propiedad saborizante, toma en cuenta el aspecto conservante de la sal. En muchos productos se usa en forma abundante para resaltar cualidades gustativas, mientras que en otros cumple una función preservante. Además, el sodio forma parte de gran cantidad de aditivos alimentarios legalmente autorizados: conservantes, estabilizantes, emulgentes, espesantes, gelificantes, potenciadores de sabor o edulcorantes. Veamos aquí la nómina de 44 aditivos basados en el sodio, que a veces aparecen en las etiquetas con la simple indicación numérica:
E-201 sorbato sódico
E-211 benzoato sódico
E-215 derivado sódico del 4-hidroxibenzeno
E-221 sulfito sódico
E-222 bisulfito sódico
E-223 metabisulfito sódico
E-237 formiato de sodio
E-250 nitrito sódico
E-251 nitrato sódico
E-262(i) acetato sódico
E-262(ii) diacetato sódico
E-281 propionato sódico
E-301 ascorbato sódico
E-325 lactato sódico
E-331a citrato monosódico
E-331b citrato disódico
E-331c citrato trisódico
E-335a tartrato monosódico
E-335b tartrato disódico
E-337 tartrato sódico-potásico
E-339a fosfato monosódico
E-339b fosfato disódico
E-339c fosfato trisódico
E-350i malato sódico
E-350ii malato ácido de sodio
E-401 alginato sódico
E-450a(i) difosfato disódico, trisódico
E-450b(i) trifosfato pentasódico
E-450c(i) polifosfatos de sodio
E-470 sales sódicas, potásicas y cálcicas
E-481 estearoil 2-lactil-lactato sódico
E-500a carbonato sódico
E-500b bicarbonato sódico
E-500c sesquicarbonato sódico
E-514 sulfato sódico
E-524 hidróxido sódico
E-535 ferrocianuro sódico
E-541 fosfato ácido de sodio y aluminio
E-554 silicato de sodio y aluminio
E-576 gluconato de sodio
E-621 glutamato monosódico
E-627 guanilato sódico
E-631 inosinato disódico
E-635 5´-ribonucleótido sódico
Párrafo aparte para el glutamato monosódico, considerado como un aditivo peligroso. Su empleo en la industria alimentaria y en la restauración se remonta a casi medio siglo de historia, como potenciador de sabor. El E-621 (tal su identificación en las etiquetas) actúa como neurotransmisor, implicado en la respuesta sensorial característica del sentido del gusto, al intervenir en la transmisión de señales eléctricas a lo largo de las neuronas. 



Normalmente se usa en comidas precocidas, sopas, aperitivos, salsas, embutidos, cereales, carnes, mezclas de especias, conservas, alimentos procesados, sopas de sobre, cubitos de caldo, aderezos, etc.
Pese a estar autorizado su uso, numerosos estudios han cuestionado seriamente la inocuidad del glutamato monosódico. Investigadores japoneses lo relacionan con la pérdida de visión a largo plazo y la ceguera. En diversos experimentos se demostró que su inyección directa en el ojo, en concentraciones entre bajas y moderadas, causa daño nervioso. Una investigación clínica de la Universidad Complutense de Madrid, ha revelado que la ingesta de glutamato monosódico aumenta considerablemente el apetito, con el consiguiente riesgo de obesidad. Consumido en exceso y/o desde la infancia, puede modificar el funcionamiento de una zona del cerebro que regula el apetito, aumentando el deseo de comer hasta en un 40%.
En síntesis, el glutamato monosódico puede producir: contracciones musculares en la cara y el pecho, palpitaciones, ataques de asma y jaquecas, esterilidad, obesidad y el famoso “síndrome del restaurante chino” (rigidez muscular en cuello y mandíbula, degeneración de las células del cerebro, problemas gástricos, rigidez y/o debilidad en las extremidades, visión borrosa, mareos, cefaleas, opresión torácica, sensación de calor y hormigueo, aturdimiento y enrojecimiento facial). Puede ser suficiente la ingesta de 3 gramos de esta sustancia para generar dicho síndrome.
PERJUICIOS DE LA SAL REFINADA
Creímos conveniente abordar los daños que produce el consumo de sal refinada, recién después de haber pasado revista a la problemática industrial. Esto nos permite comprender mejor los mecanismos defensivos que debe desarrollar el organismo para intentar neutralizar esta agresión cotidiana. Como hemos visto, el problema tiene dos facetas principales e igualmente graves: la pésima calidad (física, química y energética) y la elevada cantidad que se ingiere.
El consumo principal de sal refinada proviene de los alimentos industrializados, que, como vimos, la utilizan por sus efectos gustativo y conservante. En este aspecto no hay que pensar solo en conservas o típicos productos salados (aceitunas, jamones, quesos, embutidos, fiambres, papas fritas, caldos en cubos o polvos, etc), sino en alimentos aparentemente inofensivos (panificados, o el “saludable” yogurt diario que tiene cloruro sódico como conservante).
Más allá del desguace provocado por la refinación, el principal problema de la moderna sal de mesa para la salud humana, es justamente aquello que la hace un inapreciable ingrediente de la química industrial: su reactividad. Frente a la amenaza que representa este compuesto reactivo (cloruro sódico), el organismo se ve obligado a poner en marcha varios mecanismos de defensa que, además de generar un importante gasto de energía y recursos, no bastan para resolver totalmente la magnitud del problema.
Retención de líquidos
Un primer mecanismo de neutralización es la hidratación y se basa en el empleo de agua intracelular o plasma. Este precioso elemento -un recurso limitado en el organismo y originalmente destinado a otros fines fisiológicos- se usa para compensar iónicamente la reactividad de las moléculas de cloruro sódico. Cada gramo de cloruro de sodio que debe ser contrarrestado, exige el consumo de 23 veces su peso en agua intracelular. El producto resultante, aunque haya sido balanceado eléctricamente, igualmente debe ser eliminado como sustancia tóxica. Los riñones pueden excretar sólo una parte: se calculan unos 5/7 gramos diarios, frente a un consumo promedio de 12/20 gramos. Este déficit cotidiano entre lo que ingresa por boca y lo que puede salir por vía renal, es uno de los grandes problemas que nuestro estilo de vida le crea al organismo. Para tomar conciencia de la magnitud del problema, basta multiplicar estos valores por los 30 días de un mes o los 365 días del año!!! Aquí también podemos encontrar el verdadero origen de otra difundida problemática moderna: la retención de líquidos. Esto deriva en aumento de peso y mayor exigencia para órganos (corazón, hígado, riñones), que deben trabajar en exceso.
Otra consecuencia negativa de este mecanismo cotidiano de neutralización, es la merma del volumen de líquido intracelular. Frente al gran caudal que demanda el cuantioso ingreso de moléculas reactivas, el organismo se ve obligado a optar entre atender las naturales necesidades de plasma para la renovación celular (los millones de células que se fabrican diariamente, requieren este fluido corporal como principal material constitutivo) y la exigencia de neutralizar la peligrosa reactividad, usando este vital elemento. La consecuencia a mediano plazo es la paulatina deshidratación celular y corporal, también conocida como senilidad latente. Beber agua no basta para reponer dicha carencia, pues el agua intracelular no es únicamente H2O, sino también los restantes 82 elementos que forman el plasma marino. En síntesis, por un lado el organismo tiene un nefasto exceso de cloruro sódico y por otro, una grave carencia de sal completa y correctamente estructurada.
Obesidad y celulitis
El cloruro sódico que no logra eliminarse por vía renal, al permanecer en el cuerpo, genera un segundo mecanismo de neutralización: la captura lipógena. El organismo “reclama” células grasas para “encapsular” al cloruro de sodio “vagante”. Por este medio, el cuerpo busca aislar material toxico que no puede evacuar en el momento, a la espera de algún momento de pausa, en el cual eliminarlo definitivamente del medio. Ese momento sería, por ejemplo, un ayuno, que demás está decir, jamás tiene lugar en nuestro vertiginoso ritmo de vida.
Como consecuencia de este segundo mecanismo de neutralización, el organismo va formando un tejido esponjoso que deposita en la hipodermis, el estrato más profundo de la piel. Este edema acidulado genera dos consecuencias por demás conocidas y temidas: sobrepeso y celulitis. Puede afirmarse que este proceso de neutralizar sustancias tóxicas (no solo el cloruro de sodio) en el tejido graso, es una de las causas profundas de la obesidad, aunque sea algo difícil de aceptar a causa de nuestro condicionamiento cultural. Concretamente: más toxinas quedan en el organismo por colapso de los emuntorios, más incremento de grasa corporal. O dicho de otro modo: la toxemia corporal genera obesidad.



Cristalización y esclerosis

Las moléculas de cloruro de sodio que no consiguen ser eliminadas por los riñones o aisladas en el tejido graso, obligan a desarrollar un tercer mecanismo de supervivencia: la cristalización. Y bien decimos supervivencia, porque la acumulación de más de 35g de estos cristales puede resultar letal para el cuerpo. El cloruro sódico se une con aminoácidos de origen animal (presentes en los productos lácteos y cárnicos) y da lugar a la formación de cristales de ácido úrico. Los cristales que no consiguen ser evacuados del organismo, se depositan en huesos y articulaciones a la espera de una oportunidad futura de excreción (tal como sucede con el tejido graso), provocando dolores osteoarticulares (artritis, gota, reuma) por sus características punzantes. Otros cristales de ácido úrico se recombinan con más cloruro de sodio y oxalatos de calcio, dando lugar a la formación de arenillas y cálculos (vejiga, riñón, vesícula). Otra variante de esta cristalización la encontramos en las paredes de venas y arterias, causando fragilidad capilar y esclerosis. La cristalización es, originalmente, un mecanismo protectivo y de emergencia que el organismo desarrolla para defender la calidad del medio celular y el correcto funcionamiento de las células. Pero la cronicidad de la intoxicación termina por envenenar al sistema, ya que el exceso de cristales no consigue ser evacuado del organismo y ello provoca graves dolencias, también crónicas.
Otros perjuicios del consumo de sal refinada han sido evaluados por distintos investigadores: problemas emocionales, excitación, insomnio, fatiga, úlceras, dependencia adictiva, hipertrofia de las glándulas suprarrenales, pérdida del cabello, estreñimiento, cáncer de estómago y osteoporosis (el exceso de sal incrementa la excreción de calcio a través de la orina, favoreciendo la desmineralización del hueso). La diagnosis oriental brinda indicadores físicos para detectar la excesiva presencia de sal en el organismo: piel oscura, rigidez muscular, mandíbulas apretadas, dientes inferiores sobresalientes, derrames en el blanco del ojo, orina fuerte y heces oscuras y confitadas.
Extraído del libro “La Sal Saludable”

miércoles, 22 de junio de 2011

TRIGO SARRACENO

Sarraceno

Energético y depurativo

Es otro de los cultivos más antiguos de la humanidad. Originario de Asia, se expandió velozmente por su rusticidad y adaptación a las condiciones más extremas. Sin embargo, luego fue desplazado por el avance del trigo y el maíz, quedando limitado a etnias y regiones específicas. Hoy se lo vuelve a valorizar por sus excelentes propiedades y por ser un cultivo eminentemente orgánico.


El trigo sarraceno (Polygonum fagopyrum) se conoce también como alforfón, trigo turco, morisco o moro. Sus denominaciones tienen que ver con su introducción en Europa en el siglo XIII a través de mongoles, turcos y cruzados. Es originario de Asia central; algunos autores marcan su origen en el centro oeste de China, otros en Siberia. Su ciclo corto y la rusticidad de su cultivo, provocaron la rápida expansión geográfica a latitudes con veranos breves.
Como la quínoa y el amaranto, el trigo sarraceno tampoco es un cereal en el término botánico clásico. Pertenece a la familia de las poligonáceas y se trata de una semilla de estructura poliédrica. Es una planta rústica, de crecimiento rápido y sin exigencias culturales: soporta suelos pobres y livianos, climas fríos, excesiva humedad, pero se adapta a zonas cálidas y ambientes secos, prosperando en suelos con poca fertilidad. Es más, el exceso de nutrientes en el suelo la perjudica (desarrolla más hoja que semillas); esto garantiza la naturalidad de su cultivo, libre de fertilizantes y herbicidas. Su rápido crecimiento la convierte en eficiente controladora de malezas y en ciertos casos se la considera una maleza.


En muchos lugares se cultiva como alimento para las abejas, siendo una excelente fuente de néctar y polen. La cáscara oscura del grano, que se elimina por indigerible, se utiliza para la confección de almohadas y colchones, de saludable acción terapéutica.

CARACTERÍSTICAS NUTRICIONALES
El sarraceno es uno de los alimentos amiláceos más sanos y naturales. Desde el punto de vista nutricional, se lo puede considerar como un cereal clásico por su composición. Si bien el almidón es el principal carbohidrato presente, su poder energético se explica por la presencia de un hidrato de carbono complejo (manosa, galactosa, xylosa y ácido glucurónico). De allí su particular capacidad de liberar energía neta.
Una de sus grandes virtudes es el excelente índice proteico, por ser rico en ciertos aminoácidos carentes en los cereales convencionales. Es el caso de la lisina, aminoácido clave en la reconversión proteica, y carente en las proteínas provenientes de fuentes vegetales. Según la clasificación de Eggum, en función a la proteína neta utilizable (PNU) por el organismo, el valor mas alto es para el huevo (94) y entre los alimentos de origen vegetal, el mayor índice corresponde a la harina de sarraceno (74), superando al arroz (70), la avena (66), el tofu (65), la soja (61), el trigo (47) y el maní (43). Cuando el sarraceno se combina con el trigo (el caso de los fideos soba), el índice sube a 81; si se agrega harina de soja a la mezcla, el guarismo trepa al nivel del huevo (94).
Otra característica importante del trigo sarraceno, es su total ausencia de gluten, por lo cual se convierte en alimento apto para personas celíacas. En este padecimiento hay una intolerancia a los cereales que contienen estructuras proteicas llamadas gliadinas: trigo, cebada, centeno y avena. Las proteínas del trigo sarraceno son principalmente globulinas y albúminas.
El sarraceno es el único cereal dotado de vitamina P o rutina, flavonoide normalmente presente en la cáscara de los cítricos, que refuerza los capilares sanguíneos y previene infartos, hemorragias, hipertensión, trastornos cardiovasculares y daños por radiaciones. La rutina evita las gangrenas y junto a la vitamina C se utiliza en tratamientos de arteriosclerosis e hipertensión.
Durante muchos años el cultivo de sarraceno en EEUU se destinaba principalmente a los laboratorios que obtenían de allí la rutina; práctica que fue suplantada por la síntesis química. Otras vitaminas importantes del sarraceno son las B1, B2 y B3, cuyos valores duplican al del arroz integral. También posee vitamina E (tocoferol), fosfolípidos (colina) y ácido linoleico (omega 6). Este ácido graso esencial representa un tercio de su componente lipídica. Estos elementos explican también su acción protectora frente a problemas circulatorios. A diferencia de otros cereales, el sarraceno tiene el germen en el centro del grano, razón por la cual el proceso de pelado no empobrece su vital contenido.
En materia de minerales, es muy rico en magnesio y potasio, con tenores de hierro y fósforo más elevados que en los cereales convencionales. También posee buen contenido de calcio, hierro, fósforo, sodio, azufre, cloro, yodo y manganeso. Otra de sus propiedades es el buen tenor de fibra, muy útil para la función intestinal.



PROPIEDADES TERAPEUTICAS
Es un alimento de resistencia, constructivo, energético, hipoglucemiante, hipocolesterolemiante, vasodilatador y mineralizante. Especialmente aconsejado a convalecientes, celíacos, asténicos, deportistas, embarazadas, madres en lactancia (estimula la secreción láctea), diabéticos, personas con problemas circulatorios (fragilidad capilar, colesterol, hipertensos, hemorragias), pulmonares y renales.
También posee compuestos inhibidores de las células tumorales. Estudios realizados en la Universidad de Nueva Delhi (India) se demostró el efecto benéfico del trigo sarraceno para mejorar la tolerancia a la glucosa y disminuir el colesterol sanguíneo.


Los orientales lo consideran el más “yang” de los cereales, siendo por lo tanto contractivo y caliente, ideal para contrarrestar excesos de “yin” (expansión y frío) y para ser usado en otoño e invierno. Además de alimento, la macrobiótica lo utiliza como medicina a través de aplicaciones externas (emplastos). En templos budistas, los monjes realizan períodos de purificación de 3 meses, en los cuales se alimentan solo con harina de sarraceno y agua. Con esta dieta restrictiva logran admirables niveles de energía y una profunda limpieza intestinal. En Tokio, en el barrio donde habitaban los hombres que tiraban de los carros de transporte, había puestos ambulantes de fideos soba, preparados con mezcla de harina de sarraceno y trigo común, este último en menor proporción. Consumiendo estos fideos oscuros, los conductores de carros recuperaban energía (umakata soba). En Japón es tradición comer fideos soba en las cenas de fin de año, a fin de iniciar purificados el año nuevo.
USOS Y APLICACIONES
Normalmente se consigue el grano de sarraceno entero, partido o en forma de harina, pudiéndose también arrollar como la avena. El grano, entero o partido, se cocina como los cereales clásicos, dando lugar a clásicos guisados (el kasha ruso) o polentas (la polenta bigia italiana).
La harina de sarraceno da lugar a los famosos crepes franceses, a tradicionales fideos (los soba japoneses o los pizzoccheri italianos) y a los clásicos chapatis hindúes. En el caso de fideos y chapatis, se suele mezclar con harina de trigo. La harina de sarraceno hace más aireadas y esponjosas las mezclas. En los crepes se utiliza el sarraceno solo, sin agregado de huevos o leudantes, obteniéndose sin embargo panqueques livianos y crocantes. Para la buena conservación de la harina, se requiere mantenerla en recipiente hermético y fresco; caso contrario puede tomar sabor rancio.


La cocción base del grano entero se inicia con un lavado previo y un ligero tostado en seco, a fuego fuerte y removiendo; este proceso lo hace más sabroso y más digerible. Luego se agregan de dos a tres tazas de agua por taza de grano; con menos agua se logra una cocción para guarnición, con más agua se obtiene una consistencia más cremosa como para guisados; si el agua se agrega caliente se obtiene una consistencia más esponjosa. Llevar el agua a hervor y luego reducir el fuego, tapar la olla y cocinar unos 20 minutos, hasta que el agua se absorba.


jueves, 21 de abril de 2011

HOMBRE AL AGUA

A lo largo de dos emisiones hablamos de un tema que pocos quieren analizar.
EL AGUA VALE MÁS QUE EL ORO, reflexionan los pueblos sobre los que pende la espada de Damocles de la minería a cielo abierto.

Podemos prescindir de los alimentos por períodos relativamente largos pero sin agua perecemos al cabo de pocos días. El agua es el elemento vital por excelencia para todos los seres.

Los invitamos a escuchar los audios y completamos la información sobre todo en relación a la búsqueda de alternativas que estén al alcance de las personas. Publicamos entonces un texto del autor del filtro cerámico Condorhuasi, Jorge Fernández Chiti.
Este maestro ceramólogo, investigador de la cerámica de los pueblos precolombinos del noroeste argentino, diseñó un filtro cerámico de fácil construcción y puso su patente en el dominio público. La falta de interés de gobiernos e instituciones se debe a su nulo rédito económico.

Ponemos a vuestra disposición el prólogo del Libro Filtro Cerámico Condorhuasi. Descontaminador de Aguas 



AGUA Y CONTAMINACIÓN

Estado de situación

Kausáchiy Yaku Pacha: es tiempo de recomenzar por el agua. Este lema sacro, de esencia quichua, propone a la vez una filosofía, un camino y una posible salida para los argentinos. Cuando todas las soluciones fracasan; cuando cada vez nos hallamos más enredados en la maraña de la corruptela y la politiquería, este lema, con su objetivo tan simple, nos abre una luz esperanzadora: recuperar el agua, como vínculo de unión, como meta de reunificación de las almas, lejos de todo partidismo y separación.

La situación de nuestro país (y de todos los sudamericanos, en especial de nuestros hermanos Uruguay, Brasil, Bolivia, Chile, Perú, Paraguay...), en lo que se refiere al agua es pavorosa. Existe contaminación en todas partes, tanto bacteriana, como química y mineral. Los agroquímicos y pesticidas, fertilizantes e insecticidas; los residuos y desechos industriales al igual que los cloacales, van a parar impunemente al sistema hídrico del río Paraná y de la Plata. Y ello comienza ya en Brasil, con la industria y desagües de Sao Paulo, cuyos desechos fluyen al río Tieté, afluente del Paraná. Cientos de ciudades situadas a lo largo del Paraná y sus afluentes (en Argentina, Brasil y Paraguay) arrojan sus deyecciones cloacales e industriales directamente a ese río, contaminando nuestra fuente de vida, de la que bebemos todos.

Por otra parte, en Entre Ríos, Corrientes y Misiones un simple caño o agujero da salida a los desagües y cloacas, y a los residuos industriales, de todas las ciudades situadas a lo largo del río Uruguay, sin tratamiento previo, con impunidad y desaprensión total, tanto en nuestro país como en limítrofes. Balnearios, campings y hoteles ofrecen esas aguas al turista ingenuo.

Algo parecido ocurre con los desechos de la minería de Bolivia, cuyos venenos (plomo, arsénico, mercurio, sales metálicas, ácidos, hidrocarburos) desaguan en el río Pilcomayo, arruinando su fauna, flora, y envenenando a las comunidades indígenas que beben de sus aguas o se alimentan de ellas.

La contaminación en la Provincia de Buenos Aires y partidos suburbanos es alarmante. Las napas han subido en los alrededores de la Capital, contaminando las aguas de pozo con las cloacales. Empresas europeas que prometieron “el oro y el moro”, pero se llevaron todo el oro en los hombros del moro durante más de una década, cobrándonos tarifas realmente usurarias.., ahora que ven colapsar el sistema y cuando se requiere fuerte inversión, prefieren escapar mediante un portazo teatral y astuto. Y nuevamente deberá ser el pueblo argentino quien haga las inversiones necesarias, mientras las ganancias netas se las llevaron ellos, para engrosar sus arcas. Mafiosos de turno les entregaron por monedas la empresa nacional admirable que era OSN; y otros ahora andan en pos de manos foráneas que las quieran “gestionar”... como si los argentinos no fuéramos capaces de hacerlo. ¿Quién creó acaso y manejó OSN durante 120 años, sinó el pueblo argentino y sus técnicos?

La contaminación con arsénico, plomo, cromo de las curtiembres ó nitritos de los agroquímicos, llega a límites alarmantes en más de treinta partidos de la Pcia. de Buenos Aires, aquella que otrora fuera “la Perla” argentina. Ha colapsado allí el agua, la seguridad y la enseñanza (a través de una reforma educativa perversa, impuesta por el Imperio mundial, cuyos frutos están a la vista). Se ha encontrado radiactividad en las aguas freáticas de Ezeiza... Y, aunque los responsables lo nieguen, el cáncer y la leucemia cunden.

Las Provincias centrales de nuestro país se hallan en estado de mal disimulado colapso hídrico. Desde Chaco y Formosa, Salta, Santiago del Estero y Tucumán, Santa Fe y Córdoba, Pcia. de Buenos Aires, La Pampa (con los más altos valores arsenicales), hasta San Luís y Mendoza, una mancha perversa con forma de enorme “L” de contaminación arsenical de las aguas amenaza con espantosas enfermedades (dérmicas, hepáticas, nerviosas, renales, sanguíneas, autoinmunes, etc) a nuestra población infantil y adulta. Existen regiones en las cuales el hidroarsenicismo llega a límites alarmantes, lacra que castiga a los más pobres y desvalidos, quienes arrastrarán una existencia perversa y una calidad de vida infrahumana. ¿Qué han hecho nuestras “autoridades” en los últimos cincuenta años? Ocultar o minimizar la situación en vez de enfrentarla. El 60 por ciento de la población argentina carece de agua potable y un número mayor no tiene cloacas. Y ello no sólo sucede en regiones alejadas sino a las puertas de la Capital, en los partidos bonaerenses del Gran Buenos Aires.

En los últimos años, las provincias mineras de nuestro país han pactado con multinacionales el más feroz saqueo ecológico. Desde Jujuy hasta Santa Cruz, una nueva “fiebre del oro” ha llevado a que prácticamente toda la zona andina se halle al borde del colapso por contaminación con cianuro, arsénico y otros venenos empleados hoy para la explotación a gran escala del oro micromolecular, nuevo método de enorme eficiencia económica para los saqueadores, pero revelador de la más feroz crueldad genocida para con los habitantes de San Juan, Catamarca, Jujuy, Salta, La Rioja, Tucumán... En Cuyo y provincias patagónicas se explota oro y plata por el método al cianuro, incluida Santa Cruz, aunque ocultan datos y hechos, o disfrazan las explotaciones de “prospecciones”. Hasta en Córdoba (cerca de San Marcos Sierras) se realizan estudios para la explotación del oro por el método al cianuro... Un solo gobernador (el de Río Negro) ha alzado su voz para decir que “ni un solo gramo de cianuro entrará en mi Provincia...” Ya actuará la Mano Negra para defenestrarlo.

Aunque se la esconde, la incidencia de casos de cáncer es increíble en localidades menores de nuestro campo, antes paradisíaco, convertidas hoy en “morideros” por tumores, leucemia, hepatitis, enfermedades autoinmunes, taras genéticas.

En Belén, Santa María, Andalgalá (Catamarca); Jáchal (San Juan) estos casos han sido denunciados y los hemos comprobado personalmente. Lo mismo sucede en Jujuy. Mientras tanto, gobernadores de la zona andina publicitan con bombos y enorme insensibilidad “el auge de la minería” en el país... auge que corre parejo con el cáncer de los pobres que beben forzosamente aguas de ríos o napas, contaminadas con el cianuro de las minas de oro, que dejan al país unas ridículas regalías, gozan de exenciones impositivas de todo tipo, destruyen la arqueología, y carecen de controles. Mientras tanto, el precio del oro sube en todo el mundo, y este negocio es para las multinacionales una africanización latinoamericana, con la complicidad local de políticos y el silencio de medios e iglesias. Han vendido YPF justamente cuando el precio del petróleo subió diez veces. Han vendido las tierras de frontera a sociedades foráneas y a nuevos ricos nativos que despojan a los mapuches. Ahora vienen por el oro: es la segunda “conquista” de Sudamérica y de Argentina: cruel, genocida, contaminadora del agua, disfrazada de populismo venal y corrupto.

Engañosas “termas” litoraleñas se publicitan ampliamente, cuando ni sus aguas son técnicamente termales (pues son calentadas mediante quemadores a gas que hemos visto en Concordia), ni sus piletones son higiénicos, pues se ha detectado en ellos un caldo de cultivo bacteriano infectocontagioso al reciclarse y volverse a calentar las mismas aguas... Hace pocos días se propaló la siguiente noticia: en una ciudad del norte de Entre Ríos viven 400 familias; pero en ella se ha detectado 115 casos de cáncer, de los cuales este año ya han fallecido 45 personas...

El sistema termal de Río Hondo ha colapsado por contaminación de los residuos mineros provenientes de la explotación del oro en Catamarca y de los ríos de Tucumán, además de las curtiembres, frigoríficos, agroquímicos y desagües cloacales locales y vecinos. Las aguas de Las Termas, por otra parte, ya provienen con arsénico y flúor desde la profundidad terrestre... No es ocultando sino enfrentando el problema como se lo debe encarar. Algo similar podría decirse del lago San Roque, en Carlos Paz, cuyas aguas son las más contaminadas del país por desechos industriales, cloacales, bacterianos y hasta radiactivos (lavados de uranio).

Ante situación tan generalizada, sólo el filtrar personalmente las aguas de beber y cocinar, garantiza su descontaminación de venenos tales como arsénico, plomo, cromo de curtiembres, cianuros, nitritos, agroquímicos, desechos industriales, etc. Nuestro filtro es sencillo para fabricar y manejar. Pueden hacerlo los interesados mismos (con sólo seguir las enseñanzas de este libro); o también las comunidades, escuelas, iglesias, municipios. Si los afectados no se deciden a tomar el control de la situación, en pocas décadas nuestras zonas rurales serán inhabitables... (hasta las aves están invadiendo ciudades, plazas y árboles: por algo será). En cada escuela o municipio, un taller de cerámica para fabricar filtros”, es nuestra propuesta. Por otra parte, los artesanos que los fabriquen tendrán con ello una proficua salida laboral, y contribuirán a la sanidad general. Calculamos que en los próximos cinco años varios millones de filtros de cerámica serán necesarios en nuestro país. Preparémonos para el desafío.

Condorhuasi ha puesto las fórmulas, diseño y técnicas de nuestro filtro en el dominio público, para que todos tengan el mismo derecho de fabricarlo, venderlo o comercializarlo. Nosotros renunciamos al derecho de patente. Sólo está registrado de acuerdo con la Ley de Propiedad Intelectual. Por tanto, nadie podrá patentarlo a su nombre ni explotarlo en exclusividad. En otras palabras: el filtro Condorhuasi desde ahora es de todos y para todos. Eso sí; se requiere idoneidad, práctica y responsabilidad para confeccionar los filtros. Deben estar bien hechos, de acuerdo con las técnicas detalladas en este libro; y realizados con los materiales adecuados. Además, es necesario efectuar el “control de calidad” que aquí explicamos. Un filtro mal fabricado, mal horneado, o hecho con materiales no adecuados, puede no retener contaminantes. Gran responsabilidad y seriedad es preciso para fabricarlos. Para ello es necesario aprender, practicar, estudiar. “Lege, lege, relege; labora et invenies” (lee, lee, relee; trabaja y lo logras) dice el sapiente libro medieval Mutus Liber.

Adelante, pues: con entrega y dación, con estudio y trabajo. Recuperemos nuestro país, empezando por el agua, elemento fundamental para toda forma de vida. “Kausáchiy Yaku Pacha”.



Santiago del Estero, noviembre del 2005

ADVERTENCIA: Los datos cuantitativos, cualitativos, locativos, geográficos, etc., referentes a la contaminación de las diversas provincias o localidades, no pretenden ser apodícticos sino taxativos. Se basan en análisis, publicaciones, informaciones y estudios serios, en noticias periodísticas aseveradas procedentes de universidades, de investigadores ecologistas y de datos fidedignos. El nivel constatativo que poseen se equipara al que fundamenta la ecología a nivel mundial, caso contrario esta ciencia no podría existir o no sería viable. En consecuencia, el autor no asume responsabilidad personal ninguna en casos diferenciables o discutibles más allá de la que cabe a la información periodística especializada, normalizada y de buena fe, motivada por la necesidad de salvar a nuestro país del colapso ecológico inminente, ante las maniobras de encubrimiento patentes. Ninguna empresa contaminadora ha reconocido jamás su accionar delictivo. De ahí que el ecologismo se halle en manifiesta desventaja informativa y, en muchos casos, se halle sometido a coacción o censura pública, privada y mediática.

Prólogo del libro “Filtro cerámico Condorhuasi descontaminante de aguas”

Autor: Jorge Fernández Chiti

CONDORHUASI - Medrano 1335 - 1179 Buenos Aires (Argentina) - Tel/fax (011) 4827.1070
condorhuasi@sinectis.com.ar - www.sinectis.com.ar/u/condorhuasi

martes, 22 de marzo de 2011

FUKUOKA Y SU REVOLUCIÓN

En estos momentos en que Japón se nos revela como un gran fracaso de esta civilización tecnocrática y consumista, traemos este pequeño texto del agricultor Masanobu Fukuoka, aquel sabio ignorado que fue capaz de señalar un camino posible hacia una mayor comprensión de nuestro lugar en el universo.
Sin embargo su método agrícola fue desdeñado en un Japón deslumbrado por los espejos coloridos de occidente.
Fukuoka caminaba a contramano en una sociedad apurada en tomar una ruta que vamos viendo a donde conduce.
Qué admiramos cuando miramos a Japón?.
Latinoamérica está a tiempo de ser el motor de una nueva sociedad, de un cambio de época. Todavía hay lugar para plantearse dar vuelta esta taba.


LA HUMANIDAD NO CONOCE LA NATURALEZA

Últimamente he estado pensando en que debe
alcanzarse un punto en que científicos,
políticos, artistas, filósofos, hombres de
religión y todos aquellos que trabajan en los
campos deberían reunirse aquí, contemplar
estos campos y discutir juntos lo que ven. Yo
creo que esto es lo que debería ocurrir si la
gente viese más allá de sus especialidades.


Los científicos creen que pueden entender la
naturaleza. Esta es la posición que toman.
Porque están convencidos de que pueden
entender la naturaleza, están destinados a
investigarla y a hacerla utilizable. Pero yo creo
que el entendimiento de la naturaleza escapa a
la inteligencia humana.


A menudo digo a la gente joven de las cabañas
de la montaña que vienen aquí a ayudar y a
aprender agricultura natural, que cualquiera
puede ver los árboles de la montaña. Ellos
pueden ver el verdor de las hojas y el de las
plantas de arroz. Creen que saben lo que es el
verde. En contacto con la naturaleza día y
noche, llegan a veces a pensar que la conocen.
Pero cuando piensan que están empezando a
entender la naturaleza, pueden estar seguros de
que están en el camino equivocado.


¿Por qué es imposible conocer la naturaleza?.
Lo que se concibe como naturaleza es
solamente la idea de la naturaleza surgiendo de
la mente de cada uno de nosotros. Aquellos que
ven la verdadera naturaleza son los niños. La
ven sin pensar directa y claramente. Incluso
cuando se conocen los nombres de las plantas
no se ve la naturaleza en su forma verdadera.


Un objeto visto aisladamente de la totalidad no
es una cosa real.
Cuando especialistas en varias materias se
reúnen y observan un tallo de arroz, el
especialista en fitopatología sólo ve los daños
causados por los insectos, y el especialista en
nutrición vegetal solamente ve el vigor de la
planta. Esto es inevitable tal y como están las
cosas ahora.


Como ejemplo, le dije al profesor del centro de
investigaciones de Kochi cuando estaba
investigando la relación entre las cicadelas de
arroz y las arañas en mis campos: “Profesor, ya
que está investigando sobre las arañas,
solamente está interesado en uno de los muchos
depredadores naturales de las cicadelas.


Este año aparecieron arañas en grandes
cantidades pero el año pasado fueron sapos.
Antes de esto fueron las ranas las que
predominaron. Hay innumerables variaciones”.
Es imposible para la investigación
especializada comprender la función de un sólo
depredador en un cierto momento dentro de la
complejidad de las relaciones entre los insectos.
Hay estaciones en las que la población de las
cicadelas es baja porque hay muchas arañas.
Hay veces que llueve mucho y las ranas
ocasionan la desaparición de las arañas, o veces
en que llueve muy poco y no aparecen ni
cicadelas ni ranas.


Los métodos de control de insectos que ignoran
las relaciones entre los mismos insectos son
verdaderamente inútiles. La investigación entre
arañas y cicadelas debe también considerar la
relación entre ranas y arañas. Cuando las cosas
han alcanzado este punto hará falta un experto
en ranas. También tendrán que unirse al grupo
de expertos en arañas y cicadelas otro en arroz,
y otro experto en utilización de agua.


Más aún, hay cuatro o cinco clases diferentes
de arañas en estos campos. Recuerdo algunos
años cuando alguien vino corriendo a casa
temprano por la mañana para preguntarme si
había cubierto mis campos con una red de seda
o algo parecido. No podía imaginarme de lo
que estaba hablando, así que apresuradamente
salí de casa a ver lo que pasaba.


Habíamos acabado de cosechar el arroz y,
durante la noche, el rastrojo y las hierbas bajas
habían sido completamente cubiertos con telas
de araña como si fuese con seda. Ondeando y
centelleando bajo la neblina matinal,
constituían una magnífica visión.

Lo maravilloso de esto es que cuando ocurre,
solamente una vez cada muchos años, dura
nada más que un día o dos. Si observas
atentamente, ves que hay varias arañas en cada
pulgada cuadrada. Hay tantas en el campo que
casi no hay espacio entre ellas. ¡En 10 áreas
cuántos miles, cuántos millones deben haber!
Cuando vas a ver el campo dos o tres días más
tarde, se observa que filamentos de telarañas de
varias yardas de longitud se han roto y están
ondeando en el viento con cinco o seis arañas
adheridas a cada uno de ellos.


Es como cuando las semillas vellosas del diente
de león son transportadas por el viento. Las
jóvenes arañas se adhieren a los filamentos y
son enviadas navegando hacia el cielo.


El espectáculo es un asombroso drama natural.
Viendo esto entiendes que los poetas y artistas
tendrán que unirse al grupo.


Cuando se esparcen productos químicos sobre
el campo todo esto se destruye en un instante.
Yo una vez pensé que no había nada malo en
esparcir ceniza de madera en los campos. El
resultado fue consternante. Dos o tres días más
tarde el campo estaba completamente
desprovisto de arañas. Las cenizas habían
causado la desintegración de los filamentos de
las telarañas. ¿Cuántos miles de arañas
perecieron víctimas de un simple puñado de
esta aparentemente inocua ceniza?


Aplicar un insecticida no es simplemente
cuestión de eliminar a las cicadelas junto con
sus depredadores naturales. También se afecta a
otros muchos dramas esenciales de la
naturaleza.
El fenómeno de éstos grandes enjambres de
arañas, que aparecen en los campos de arroz
durante el otoño y que como artistas escapistas
desaparecen en una noche, no se comprende
todavía. Nadie sabe de dónde vienen, cómo
sobreviven el invierno, o a dónde van cuando
desaparecen.


Así que la utilización de productos químicos no
es únicamente una cuestión que deban resolver
los entomólogos. Filósofos, religiosos, artistas
poetas deben también ayudar a decidir si es
permisible o no el uso de productos químicos
en la agricultura y cuáles pueden ser las
consecuencias incluso de la utilización de
abonos orgánicos.


Nosotros cosechamos cerca de 5.800 Kg. de
arroz y 5.800 Kg. de cereal de invierno por
hectárea en estos campos. Si la cosecha alcanza
los 7.800 Kg./ha como ocurre algunas veces,
puede que no sea posible encontrar una cosecha
mejor en todo el país. Dado que la tecnología
avanzada no ha tenido nada que ver con el
cultivo de este grano esto se presenta como una
contradicción ante las presunciones de la
ciencia moderna.


Cualquiera que viniera y viese estos campos y
aceptase su testimonio, sentiría profundas
dudas sobre la pregunta de si los hombres
conocen o no a la naturaleza, y de si la
naturaleza puede o no ser conocida dentro de
los confines del entendimiento humano.
La ironía es que la ciencia ha servido solamente
para mostrar cuán pequeño es el conocimiento
humano.


Masanobu Fukuoka
Extraído de su libro “La revolución de una brizna de paja”